Hace unos meses, seis exactamente, pensaba en lo surrealista de la situación en la que ahora nos encontramos. Tan diferente nuestro modelo de vida por aquel entonces.
Y todo va pasando, grandes, medianos y pequeños acontecimientos, ingresos, fiestas, vuelo… Torbellino de cosas que hemos sabido disfrutar con la mente en «el momento«, que es como mejor saben las cosas, porque «el futuro, es ahora».
Miro por la ventana y veo la nieve caer, desde hace días. Y lo que en Madrid llena las redes sociales de amigos y conocidos, aquí es ya un acumulo tal en las calles, que estamos deseando que salga el sol calentito y lo derrita todo.
Mientras, paseo arriba, paseo abajo entre Park Av. y Madison, arreglando el mundo en cada calle, encantados con nuestra pequeña… Y sí, arreglando el mundo, nuestro mundo, poniendo límites, abrazando sueños… construyendo otros y pasando página, viendo las cosas con perspectiva, porque cuando uno sale de su entorno y se marca unos objetivos de aprendizaje, vease el padre y sastre, se da cuenta de que lo que de verdad aprendes es que hay otras maneras de hacer las cosas, hay diferentes enfoques, diferentes maneras de trabajar, profesionalidad …, y eso es lo que enriquece, no las teorías, que están en los libros, sino la acción, la forma de mover las manos y los hilos… Y se va sorprendiendo de lo moldeable que son los objetivos marcados, y sin duda maduran y calan dentro, para cuando haya que echar mano de ellos…, eso es lo que verdaderamente merece la pena de cruzar el océano y pasar el invierno más crudo…
Y aquí me quedo, mirando por la ventana, escuchando la banda sonora de Cesar Benito que tan buenos recuerdos me trae y que tanto me acompañó en aquella noche que nevaba.
Porque no importa si son agradables, desagradables, buenas o malas personas, de aquí, hay que llevarse algo más que unos Levi’s, y día a día lo vamos encontrando…
Gracias por las flores, me alegraron un día en el que la distancia me nublaba la coherencia…